Anotemos en nuestros cuadernos de viaje las dos primeras palabras: Apostar, volar. La ilusión dibujara el motivo que nos hace rodar por las carreteras de nuestros sueños. Descubramos cada escondrijo del viaje, trepando por cada promesa de viaje, persiguiendo la misma imagen que esperamos de nuestras vidas. Tras las montañas el mar, y en el horizonte nuestra ruta que palabra a palabra nos empuja. Y nos empuja convirtiéndonos en personajes de un cuento ambientado en lugares nunca antes transitados, esos caminos que atajan directamente al corazón. Arranquemos el motor de nuestra ruta, que palabra a palabra dictará besos y abrazos, llantos de alegría, gritos de pasión, tragos de vino.
Las palabras se suceden unas a otras, se encadenan y completan las frases que animan nuestro viaje. Saldremos al alba, llegaremos al atardecer. Haremos tiempo en nuestros cuadernos. En nuestras mochilas solo cuatro cosas serán necesarias. En ellas irán nuestras ilusiones, nuestros sueños frente al tiempo que nos queda por vivir, frente al camino que nos queda por recorrer. Nuestras miradas observan el camino, en ellas se aprecia como caminamos por las líneas de nuestras vidas. Por el mapa de nuestras manos.
Las palabras se suceden unas a otras, se encadenan y completan las frases que animan nuestro viaje. Saldremos al alba, llegaremos al atardecer. Haremos tiempo en nuestros cuadernos. En nuestras mochilas solo cuatro cosas serán necesarias. En ellas irán nuestras ilusiones, nuestros sueños frente al tiempo que nos queda por vivir, frente al camino que nos queda por recorrer. Nuestras miradas observan el camino, en ellas se aprecia como caminamos por las líneas de nuestras vidas. Por el mapa de nuestras manos.